martes, 4 de agosto de 2009

ÔTAKE YUTAKA



Biodatos >> Nacido en 1945 en la ciudad de Aizu Wakamatsu (prefectura de Fukushima). Debut en 1969. De estilo marcadamente infantilón, aunque potable, colabora para semanarios juveniles como “Shônen Jump” y “Shônen Sunday”. Muchos de sus trabajos van dirigidos al ámbito educativo. Destacan “Puzzle Puzzle Restaurant”, “AIUEO Puzzle”, “Meiro”, “Funny World Books”, “Why Why Funny Laboratory”, etc. Desde 1984 centra su carrera en publicaciones estrictamente infantiles, especializándose en adaptaciones televisivas como “Anpanman” de Yanase Takashi.

"AIZU NO TAIJÔ" IdeaIdea
("Aizu's Leader")
あいづの大将
por Ôtake Yutaka.
serializada en el Manga'Ô (Akita Shoten). [1970/03]
género: comedia.
A pocos meses de su debut en el manga, esta serie fue uno de los primeros intentos vanos del autor por crear una serie en formas. El formato es quizás lo más inesperado del conjunto, pues toma una base de relato por capítulos en lugar de buscar el impacto fácil con episodios autoconclusivos, mucho más adecuados para este tipo de humor y estilo de dibujo. Por supuesto es un tema que se le va al autor de las manos, que no acaba de hacerse al ritmo que requieren este tipo de historias, de manera que todo funciona casi por inercia. El protagonista es Rokurô, un espabilado chavalín del campo que un día se enamora de una joven de buena familia, a la que impresiona por su nobleza y valentía, y que tras perder contacto con ella, se lía la manta a la cabeza y parte en su busca. Así vivirá muchas peripecias que, en teoría, irán enriqueciendo su personalidad. O al menos, eso es lo que se intenta parodiar. El desvalazado flujo de los acontecimientos, que parece entrebancarse consigo mismo en su búsqueda de gags que vayan levantando la historia, termina por convertirse en su peor enemigo.

“MINAMI NO TONBUU” IdeaIdea
(“Tonbu of Minami”)
南のトンブー
por Ôtake Yutaka.
serializada en el Shûkan Shônen Action (Futabasha). [1976/06/28]
Género: béisbol.

Pese a tener cierto encanto, este trabajo destinado a la chiquillería no levanta nunca el vuelo, reduciéndose a una sucesión de diálogos y apariciones de puro guiñol sin sustancia alguna. El tal Tonbuu es un niño morenín de gran habilidad con el bate que juega con sus compis en un solar abandonado, donde aparecen día sí y día también una sucesión de personajes a cuál más pintoresco. Uno espera algo de humor escatológico para avivar un poco la función, pero en todo momento el autor sumerge al lector en un mundo apacible donde reina un humor blanquísimo como la leche de vaca de la central lechera asturiana. Su visión queda relegada a fans del “globo dos globos tres globos”.

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