Pequeños apuntes biográficos de mangakas de los años 1950-1995 con breves reseñas de algunas de sus obras.
sábado, 11 de junio de 2011
KAWA AKIRA
Biodatos >> Su verdadero nombre es Ogawa Mariko (por tanto es una mujer) y nació en Chiba el 8 de julio de 1950, pero no pertenece al "Grupo del 24" ya que utiliza un método narrativo muy masculino. Durante sus estudios superiores, colabora en el club de manga "Mutant Pro." de Hio Akira, para luego participar en varios concursos del mensual Com a partir de 1968, donde recibirá estímulos para continuar su carrera. En 1969 obtiene un premio en un concurso del Betsuma y debuta oficialmente en el mensual, para el que realizará sus primeras series importantes: "Mark of Red Blood", la saga "Bad-Age" y "Crest of the Wave" durante la década de los 70. En 1982 finaliza su contrato en exclusiva con Shûeisha y se convierte en autora por libre, publicando en otras importantes editoriales como Akita Shoten, Kôdansha, Shôgakukan, Futabasha, Shônengahôsha...
Para saber más: http://users.skynet.be/mangaguide/mangap.html
"IRAKA NO NAMI"
("Crest of the Wave")
いらかの波
por Kawa Akira.
serializada en el Bessatsu Margaret (Shûeisha). [1977/04]
género: comedia
Otro de esos productos más interesantes por su envoltorio que por su valor intrínseco. El título original es un juego de palabras intraducible pero creo que "la cresta de la ola" se acerca un poco al sentido pretendido. Es una típica comedieta sobre un joven algo alocado llamado Kobayashi Wataru, que vive con sus abuelos, y sus experiencias en el instituto. Entre los varios personajes que le rodean, destaca especialmente Shimazu, el guaperas del instituto, rubio, de apariencia fría e inteligente, pero en realidad es un joven con problemas de autocontrol, que se pasa el día mirándose al espejo y fingiendo lo que no es. Wataru, ingenuamente, trata de hacer amistad con él porque además de compañeros de clase, son vecinos, pero Shimazu parece tener manía persecutoria con él, opina que le está ensombreciendo su aura de estrella del instituto y trata de rehuirlo. Wataru es a su vez blanco de los sueños románticos de una compañera de clase, tan tímida como guapa, que admira su carácter noble y valiente. La autora cultiva un estilo muy neutro, aprovechándolo en algunas ocasiones para burlarse de los tópicos de este tipo de historias, pero no siempre logra el punto adecuado entre el objeto y su distorsión. El dibujo, tan atropellado como el propio Wataru, es correcto pero sin apasionar.
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